Ana y sus perros (cuento), 3 de diciembre de 2020 (c)

 

031220

 

 

 

ANA Y SUS PERROS

 

 

 

 

        Ella llamó por teléfono. Hola Perro, la oyó decir.

 

        Y entonces detonó un amor.

 

        Un amor que por algún ahí ya era.

 

        Un amor que había ido haciéndose, poco a poco, calladamente, sin sentir, era sólo su cara en otras caras, era algo en algún momento de descuido, cuando de repente le asaltaban el pensamiento.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                                                                                                               Sábado 22 de febrero

 

Ana:

 

        Estoy enamorado de ti (desde hace 21 días), pero ése no es el problema.

 

        Y tiene 10 días que este amor se ha hecho mucho sufrimiento (cuando no quisiste que te acompañará a correr), pero eso tampoco es el problema.

 

        El problema es que tengo 5 días seguidos casi sin dormir, por eso es que he escrito esta carta.

 

        No quiero molestar (disculpa la letra, pero estoy temblando), pero el estar callado está afectándome demasiado. (Y tal vez a principios de marzo tenga que irme)

 

        Y tengo muchos problemas (y no sabes cuánto he lamentado que aquella noche por ir tan absorto en esos problemas no pude darme cuenta e que era mi niña la que me hablaba), y además tengo corazón, y ahora un corazón invadido por ti, y no sé ni cómo pasó.

                                                                                                                                                                             Luis

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

        Pero sí sabía cómo había pasado, porque ella lo enamoró, ella hizo que él se enamorara, y después ella lo dejó naufragando en ese amor.

 

        Ella lo enamoró con su interés, con su soledad, con su tristeza, con su falta de belleza, con su desvalía, ella lo enamoró a través de las necesidades y preocupaciones de él, de por qué un mundo tan injusto, si todos deberíamos tener oportunidades, ella lo enamoró porque él estaba tan necesitado de amor, y poco a poco él fue cayendo, en tanta trampa, en tanto enredo, en tanta soledad.

 

        El primer día que la vio no le dijo nada, nada que pudiera presagiar ese amor que después él sintió, que el sufrió, que él tuvo que sufrir. Ese primer día ella sólo le recordó a otra pobre mujer que también parecía que se enharinaba la cara, pero después él sufrió por esa cara, esa cara lo torturó, él se llevó esa cara con él, él murió sin poder quitarse esa cara, él murió porque no pudo quitarse esa cara, porque él quería tener esa cara, él quería que esa cara lo acompañara, esa cara que se le hizo lumbre, en el corazón son los fuegos, el corazón se enciende y quema hasta la desesperación.

 

        Y no tienes por qué casi enharinarte, si así como eres yo te amo, así como fuiste hecha, así como somos hechos, como nos hacen, lo que nos toca, lo que otros nos dieron para ser, lo que otros decidieron para nosotros, por amor o por lo que haya sido, y a nosotros no nos queda más que ser, soportar.

 

        El día que le preguntó si podía acompañarla a correr y ella le puso pretextos él dejó de hablarle.

 

        Pero ese día te pregunté si podía acompañarte a correr porque el día anterior habías tenido un pequeño accidente cuando ibas en tu carro y pensé que yo era el culpable de tu desconcentración, por eso quise que supieras que tú tenías algo, en caso de que no tuvieras nada, en caso de que el Perro no fuera nada.

 

        Pero te pregunté si podía acompañarte a correr porque yo ya quería acercarme a ti, porque ya empezaba a no poder con este amor.

 

        Con este amor que quiero, con este amor que he aprendido a necesitar, a refugiarme, por ti, por mí, por la pobre vida tan triste.

 

        Desde el día en que le preguntó si podía acompañarla a correr él se dio cuenta de que algo había pasado, pero aun y así todavía el día en que él le dio la carta ella había reiniciado las pláticas, y pláticas banales, le preguntó si hacía mucho ejercicio, y él no le contestó, en ese momento él ya tenía la carta entre las manos y se la dio, y se puso a esperar el veredicto.

 

        Y cómo quisiera saber qué pasó en esos 2 días en que tuviste mi carta. Porque el lunes ella le regresó la carta, y le dijo que ella no le había dado ningún motivo para esa carta, y él lo único que pudo hacer fue estar mirándola a los ojos durante todo el tiempo que duró su discurso.

 

        Y con sus artes ha encantado, y tú que no puedes evitar sentir, tú que hoy sientes vas y le cuentas, para que sepa, pero a ella no le importó.

 

        Y en qué momento te perdí, y tan en paz que estaba el día en que te conocí, las aguas del amor estaban quietas, habían estado quietas por más de 2 años, cuando uno no ama uno se olvida de los tormentos del corazón.

 

        Y en qué momento te perdí, si es que alguna vez te tuve, si es que en mí estuvo la llave, no sé si fue aquel día en que me encontraste allá por tu casa, pero era de noche y no había mucha luz y yo iba sumido en mis problemas, y cuando oí que alguien me hablaba ni supe quién era la que me hablaba, lo único que hice fue contestar con la mano a la pregunta de en dónde vivía.

 

        Pero en aquella noche no te amaba, creo, aun si hubiera sabido que eras tú no sé si haber platicado aquella noche hubiera hecho la diferencia, y después esa noche me torturó, porque tal vez ahí perdí mi oportunidad.

 

        Pero en aquella noche creo que todavía no te amaba, pero creo que ya eras mucho en mí, pero comparado con lo que llegaste a ser, no eras nada aquella noche, aquella noche eran mis preocupaciones sin ti, aquella noche era mi terrible mundo, aun sin ti.

 

        Pero me tomaste de sorpresa, jamás hubiera imaginado que por allá vivías, pero se ve que tú me reconociste enseguida, a pesar de que casi no había luz y tú no me esperabas, tú no podías imaginar que yo vivía por tu rumbo, pues casi nunca camino por tu calle.

 

        Y una semana después me hablaste acerca de esa noche y entonces fue cuando supe que habías sido tú, y al otro día cuando nos saludamos yo ya había empezado a verte diferente, y más cuando nos despedimos, cuando tú buscaste mi atención, estabas a más de 20 metros, y 2 días después yo ya estaba profundamente enamorado de ti, pero no sé qué pasó, no sé en qué momento te perdí, no sé en qué momento entró, o reentró, el otro.

 

        Me dijiste que ibas a correr, volviste a preguntarme en dónde vivía, tú eras siempre la que tomaba la iniciativa, tú que una tarde de diciembre quisiste saber mi opinión acerca del Árbol de Navidad que habían puesto.

 

        Así te fuiste metiendo en mí, y yo caí, y luego yo fui abandonado, negado.

 

        Y cuando tú regresaste a aquella noche supe de ti, porque casi cualquiera otra hubiera pensado que yo no quería nada con ella, con esos gestos que habías obtenido por respuesta, pero insististe en hablarme, no sé por qué, porque aquella noche cualquiera otra se hubiera sentido despreciada, porque eso es lo que se vio, aunque yo ni siquiera sabía con quién me había portado tan cortante, pero si tú hubieras creído que no quería nada contigo, era, hubiera sido, por tu forma de ser, por ese vaivén en el que eres, ese vaivén en el que te encontré desde el primer día en que te encontré.

 

        Y no hacía mucho tiempo que yo había desaparecido por 3 semanas de tu vida, pero tenía que hacerlo, pero cómo explicarle al corazón que tal vez no debí haberlo hecho, porque tal vez en esos días de fin de año tú estuviste vulnerable, y alguien ladró, no sé si era un ladrido ya conocido o uno nuevo, pero cuando volví a verte tú me recibiste fría, pero poco a poco volviste a buscarme.

 

        (Pero en esas 3 semanas yo ya había empezado a verte en otras, veía un rostro y me preguntaba en dónde lo había visto, y era en ti, en ésa que hizo que me fijara en ella, en ésa que me fue envolviendo, en esa empalagosa que hasta parecía que se estaba burlando cada tarde cuando se despedía de mí. Y como uno está tan necesitado de amor, de atención, de sueños)

 

        Y veo a otras, pero mi corazón sólo piensa en ti, sólo te quiere a ti, sólo te extraña a ti, sólo siente por ti, esto que se instala en el corazón y no deja, no permite otra cosa más que repetir tu nombre, sin poder evitar repetir tu nombre a cada momento, a cada segundo, a menos de cada segundo, y el no tenerte, y el saber que no te tendré, cómo duele, cómo duele amarte y no tenerte, y duermes conmigo, mi necesidad te hace dormir conmigo, hace que sienta que estás ahí, y no puedo evitarlo, no puedo evitar que estés en mí, no puedo sacarte de mí, y ya han pasado varios días desde que dijiste que no, que tú tenías pareja, y que no insistiera, que no escribiera más cartas.

 

        Y estás aquí al lado, pero la pared no me deja verte, y es inútil mirar la pared, mejor veo hacia el vacío, hacia tu ausencia, hacia algo que no será para mí, hacia algo que no tendré, hacia algo a lo que no podré mostrarle mi amor, así con todo y mi mundo terrible, con mis preocupaciones que tal vez alguna vez hubieran hecho que te maltratara un poco, pero no hubiera sido a ti, hubiera sido a todo esto en lo que somos y contra lo que no puedo hacer nada, por redimir, por darle alivio, a todo esto en donde sólo marchamos hacia la muerte, la nuestra, y que el corazón se enamora, y el estómago sufre hambres, y estar entre esto y tu amor, y podría ser peor, podría estar atormentado por el hambre, pero ya no estamos en esas épocas en donde comparado con el hambre el amor era una preocupación ridícula, una sensación ridícula, pero hoy ya no estamos en esos tiempos, hoy estamos en el amor, en más condiciones para el amor, para que alguien de repente nos asalte el corazón, lo capture, y nos deshaga aún más.

 

        Porque pienso que sólo marchamos hacia la nada, que somos sólo vida, vida que muere, pero que no hay nadie, nadie que nos haga bromas crueles, nadie que nos haya destinado a sufrir, aquí, en esto único que yo tengo, en este presente en donde soy, en este presente en donde veo todo lo terrible que ha sido para muchos, en donde siempre se muere, viejo o joven, y en donde hay injusticia, desigualdad, y en donde el desamor también tiene causas injustas.

 

        Tú hubieras sido una ayuda en mi terrible vida, en mi difícil deber, yo al amarte iba a ser sólo fiel al corazón, tú eras porque yo soy todo un paquete, que ve, que piensa, y que siente, que siente lo que hay, el frío, el calor, el hambre, el amor, el desamor, yo soy sólo uno que sufre lo que su cuerpo le hace sufrir, pero tengo unos ojos que no pueden engañarse, pero esos ojos se quedan indefensos ante el amor, pero ni el amor es capaz de hacerme olvidar lo que ven los ojos, la triste realidad de los perros golpeados, por el hambre, y la enfermedad, y la vejez, y el desamor.

 

        Y por qué me hiciste esto, por qué hiciste que surgiera el amor y después no lo tomaste, y me dejaste sufriendo, impotente, deshecho, y no pude aguantar. Y yo bien que presentía que esto era como una broma cruel, pero sin Bromista Cruel, y que de todas formas me iría, y que si por ahí andaba el Bromista y me recompensaba, pero el sufrimiento, esta desesperación, esta casi muerte, cómo podría ser compensada, esto fue gratuito, qué sadismo, qué es este sadismo, tal vez cuando muera conoceré al Sádico, porque nos dieron un corazón, y el corazón ama, y no hablo de un amor que no mata, sino de una necesidad terrible de pegarse a otra piel, de sólo hallar consuelo en otro cuerpo, de querer comerte, de querer fundirme, de querer cubrirme contigo.

 

        Y aun hoy espero un milagro, a pesar de que nadie puede restituirme el tiempo ya sufrido, y a quién reclamar, quién anda por ahí.

 

        El culpable sería quien nos dio el corazón.

 

 

 

 

 

Sábado 1 de febrero (fue el día cuando supe del Perro)

 

        Cuando empiezo a caer, a extrañarte. Cuando empiezo a sentir, no soy libre, tengo un corazón.

 

        Y cuando me acuerdo de ti, de cómo mirabas, a pesar de que te vi en tus momentos más íntimos, que a ti nada te decían, porque eras libre, de prejuicios, de juicios, de modales, porque no eras como yo, que necesito de ella, cuando ella se hace hasta el corazón, cuando ella que no era nada ahora ya es, ya está, siendo añorada, siendo recordada, con sufrimiento, con dolor, con una agitación que no tendría por qué haber sido, pero que ya es, que ya ha vuelto a ser.

 

        Y aquí atrapados, en una vida sedienta, en una vida que fue siendo, tomando caminos, tomando cargas, dentro de sus posibilidades. Y hoy que nuevamente es el amor, tú que quién sabe de dónde vengas, tú que también eres hoja agitada, por vientos que no piden permiso, para ensuciarte, o para traerte amor. Y aquí atrapados, en lo único, y tener que batallar por ti, porque tengo que seguir a mi cuerpo, porque se anda con las alas desganadas.

 

        Y te quedó una panza, por ella es que vas a correr, pero ya son por lo menos 7 años de que cargas con esa panza, y yo aquí, como tú, y nadie sabe qué sentimos, pero se puede imaginar, porque somos de lo mismo, hambres, sed, ganas de ir al baño, cansancios terribles. Y la innecesariedad se repite y se repite.

 

        Y es sólo el recuento de uno más, que hoy ha vuelto a caer, sin buscar, simplemente que no puede evitarse el vivir, el estar vivo, el sentir, el ser lo que se es, y a pesar de todo, a pesar de saber, y aun así se cae, porque volverás a tener hambre, porque no puedes evitarlo, porque no está en ti, y así es el amor, aunque sepas que no es tu sueño, que tu sueño se llama perfección, en cara, en cuerpo, pero al cuerpo no lo puedes dominar, no lo puedes evitar, que no hay escapatoria, que de todas formas te estás hundiendo, que el vivir es hundirse, hasta que te hundes completamente.

 

        Y tener que seguirte, a ti que hasta hoy has vivido sin mí, en una vida que no nos necesita, pero nos cruzamos. Y decirte que me he enamorado de ti, que no sé ni cómo, pero que ya me tienes sufriendo, a mí que soy yo, a mí que tengo corazón, y estómago, y corazón, y sentido del ridículo, y corazón, corazón que a algunos ha dominado. Y estamos hundiéndonos, y es nuestra única oportunidad, en el hundimiento, que es todo lo que hay, y que aquí, sentirás, sufrirás, pagarás, no sé qué deudas, si el corazón a ti te lo dieron, tú no eres responsable de tu corazón, ni de tu estómago, ni de tu envejecimiento, ni de tu muerte, ni de tu vida, ni de tu desesperación insoportable.

 

        Pero es sólo la vida, es sólo lo que hay para ser.

 

        Y es imposible callar al corazón, no dejar que hable, que diga que tiene hambre, y que esa hambre lo está matando, y que esa hambre tiene que ser curada, o cauterizada, para que no haga sufrir, para que no mate.

 

        A ti que sabes de la vida, que no es para amar, que no puedes abandonarte al amor, porque la vida no es rosa, es negra, gris por lo menos, sé que sólo con los ojos dormidos es como podría engañarme, y no te diré nada, simplemente trataré de no sentir lo que hoy no puedo evitar, este dolor, este desasosiego, pero así es esto en este no paraíso, porque no hay paraísos, más que efímeros, una vez que te sacias.

 

        Y algún día no estaremos, pero estarán otros, otros pobres tontos, otros que seguirán en estos huecos que hay en el ser, otros que serán lo que somos nosotros, otros que amarán y no serán amados, otros que tendrán que padecer de amor, como he padecido yo, pero que eso no me vacunó, no me preparó para la muerte de hoy, para esta desilusión de hoy.

 

        Y hoy que la vida me ha llamado al influjo de qué, de tus engaños, de mis debilidades, de quién sabe qué buscamos en esta vida tan demandante, en esta vida tan noche, en esta vida que nos jode, que nos lleva de las alas, como ayer, cuando yo oí que ya no volverías, pero casi no doliste, porque yo era más pequeño, porque no sabía, porque el cuerpo sentía diferente.

 

        Supe que te ibas, y seguí jugando con mis carritos, pero luego hubiera querido que me dejaras tus vestidos, para llevarte cerca de mí, sobre mi piel, bajo mi ropa, y luego la vida pasó, pasa, pero uno se acuerda, de cuando el corazón se manifestó, de cuando el corazón nos dolió, nos afectó, cuando sentimos con el corazón de un niño.

 

        Porque no quiero que te vayas con otro, a pesar de que no debería importarme, pero me importa, porque ya se hizo importante, no debería dolerme, pero ya me dueles, porque ya me embarqué, ya me jodí, ya me jodiste, ya caí en eso que parece embrujo, en eso que te jala aunque no quieras, en eso que te quita el sueño, en esto que todavía hoy me tiene preso, capturado, en esto que es sólo pensar en ti, es esto que es no poder librarme de ti, por mucho que a veces te me borres, por mucho que a veces no quisiera quererte, pero el amor es más fuerte, el amor se queda a nivel del corazón, como un estómago que siente hambre, un estómago vacío que sólo siente y siente, que sólo sabe sentir.

 

 

 

 

 

        Y ese día me fui ya triste, ya sabiendo que estabas en mí.

 

        Y luego, cuando supe que no iba a poder amarte, más que en mi amor, en el vacío, y el corazón se entristecía por ti, porque no podías ser, pero el corazón quería que estuvieras con él, mientras hubiera un lugar para ti, mientras en él hubiera un lugar para ti, un amor para ti.

 

        Y yo solamente quería que habláramos, quería que me entendieras, y si así podíamos ser, seríamos, pero no esperaba eso de que tú no habías dado motivos para mi carta.

 

        Yo que sólo quería que éste no fuera el moridero que es, el reguero de cadáveres que es, yo sólo quería dar alivio, porque yo veía, porque si no todos estamos locos, o algunos locos tienen la razón y todos los demás locos estamos locos, pero yo veía, un mundo terrible, de hambres, de desamores.

 

        Y también había amor, pero con una sola imposibilidad de amor, con un sólo corazón que se hubiera encendido, por las razones que hubieran sido, con un solo corazón en el que se hubiera hecho el amor y no hubiera podido ser correspondido, hartado, hastiado, pero así era la vida, con amores, con desamores, con hartazgos de amor, con amor que algún día se iría, pero al menos no se había sufrido de desamor, al menos esa hambre había sido saciada, con la comida amada.

 

         Y estar tan lúcido, y sin embargo estar con el corazón atorado, aunque sepas de la vida aquí, aun y así no puedes evitarla, aunque sepas la vida y sus apetitos. Y no puedo reprocharte nada, y no puedo olvidarte, no puedo cerrar esta herida, y ya he perdido demasiada sangre, y no sólo por ti.

 

        Y a principios de marzo él se fue. Y ella siguió teniendo perros. Y los perros siguieron teniendo perras. Y los perros siguieron teniendo perritos.

 

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Ana y sus perros (cuento), 1 de diciembre de 2020